Las modas son caprichosas y, lo que hace unos meses se consideraba como ‘de muermos‘ y gente aburrida hoy marca tendencia, una moda que en buena medida se ha visto potenciada por la crisis económica.
Hablamos del ‘nesting‘ (término que proviene del inglés ‘nest’ = nido) o quedarse en casa el fin de semana.
Excusas no nos faltan. En invierno, porque hace frío. En verano porque hace mucho calor. O sencillamente porque no tenemos dinero o queremos ahorrar para algo especial.
¿Y por qué esta nueva moda? Porque dicen que es terapéutico, ya que disminuye los niveles de ansiedad y estrés, potencia nuestra salud, nos permite conectar con nosotros mismos y al mismo tiempo que estimula nuestra capacidad creativa.
Los problemas cotidianos, el trabajo excesivo y la visión de un mundo hostil nos lleva a considerar nuestro hogar como un auténtico refugio, acogedor y reconfortante, un remanso de paz y de recogimiento, y el único lugar donde podemos respirar tranquilidad.
Practicando el nesting, podemos descansar o dedicar nuestro tiempo libre a aquellas actividades que nos hacen sentir bien; como cocinar, pintar, leer, escuchar música tumbada en el sofá, mimar las plantas del jardín o, simplemente, mirar a las musarañas.
Sin embargo, que el nesting sea tendencia no significa que tengamos que seguirla a rajatabla y atrincherarnos en casa siempre. Podemos quedarnos en casa si lo deseamos, pero también podemos salir con los amigos, ir al campo, al cine o de copas; que al fin y al cabo, las tendencias son lo que nosotras hagamos con ellas.